martes, 9 de octubre de 2007

Alas de Tango


• Con los acordes de “La Cumparsita” y “Arrancame La Vida”, de Agustín Lara, explotó una velada que de tanguera se tornó en milonga, con voces de bandoneón, requiebres y firuletas, mecidas por la guitarra y la pasión de un arte surgido del arrabal...
• Debutó como cantante de tango, Lorenzo, nieto de Jorge Negrete, quien hipnotizó al público con su voz deliciosa, imponente, con altos registros de tenor que hizo evocar al creador de “México Lindo y Querido...”.
• Tomó posesión la nueva Mesa Directiva de la Academia Mexicana del Tango, presidida por el cronista de TV Jorge “Ché” Ventura.

Por FRANCISCO ORTIZ VELÁZQUEZ/Comunivision Press News.

MÉXICO, D.F., (CPN/TANGO NEWS).— Y todo a media luz... Silencio en la noche: la sala “Emma Godoy” de la casa de cultura “Juan Rulfo”, delegación Benito Juárez, en Insurgentes-Mixcoac, repleta. Y entonces, surge la voz arrabalera de con acento bonaerense, de la poesía: “Yo soy el Tango”, por Victor Manuel Jiménez Medellín.

Y con los acordes de “La Cumparsita”, el tango se torna magia, música, baile, delicia, arte escénico y sensualidad bajo la ejecución impecable de la pareja de Sonia y Horacio. Ella voluptuosa al embrujo y cadencia de los requiebres; él, viril, carne viva que evoca una juventud rioplatense donde confluyen sangre y pasión.

Es una inolvidable noche de tango, que surge al conjuro de la instalación de la nueva mesa directiva de la Academia Mexicana del Tango, A.C. “Gastón Martínez Matiella”, Correspondiente de la Academia Nacional del Tango de la Argentina, que cumple 13 años de fundada y estrena presidente para el periódo 2007-2009, en la porteña presencia del conocido cronista de televisión Jorge “Ché” Ventura Salerno.

Y la noche se convierte en una velada histórica, deliciosa, donde el tango es sentimiento, palpitar de corazones y golpeteo de recuerdos, como cuando Soledad Ruiz interpreta esas “Tres cosas” que hay en la vida: “Salud, dinero y amor.../El que tenga un amor, que lo cuide, que lo cuide/ la ‘salú’ y la platita, que no las tire que no las tire...”.

La sangre hierve de tango en casi 150 corazones de todas las edades, que vibran con el espectáculo: de “Mi Buenos Aires Querido”, con Soledad Ruiz, al embrujo de la presencia cautivante de Mario Pérez Ramos y esa voz doliente, sobria, pulcra de barrio bonaerense, en la que “Melodía del Arrabal” no podía encontrar mejor intérprete.

Mario luego electriza hasta las venas con el tango “Uno”, con el que “uno” se da cuenta que el tango es la vida misma, parafraseándo al “Ché” Ventura, o “un sentimiento triste que se puede bailar”, para retomar las misma palabras del autor de este “himno de la concepción ciudadana”: Enrique Santos Discépolo.

La ruta de la nostalgia, del reencuentro con este ritmo que de música y letras maravillosas se convierte en poesía y en canción, nos lleva “Cuesta Abajo” y luego de la mano de otro virtuoso de la noche, Amadito Díaz Muñoz, quien a sus 82 años conduce las cuerdas de su guitarra por entre la magia de “Malena”, “Por una Cabeza”, melodía que Al Pacino hizo aún más famosa en “Perfume de Mujer” y “Alfonsina y el Mar”.

Ya Mara de los Monteros ha lanzado su voz bravía, de “femme fatal” conjugada con duelo arrabalero, en “Como Dos Extraños” y “Qué me van a hablar de Amor”, para enseguida el doctor en Ciencias Económicas, José Mendoza, deslizar “Tu el cielo y tu” y Cosas Olvidadas”.

Pero lo mejor de la noche está por venir: Delia Ortiz (quien con Amadito Díaz y Hebert Orlando reciben un homenaje individual por su trayectoria y son entronizados como miembros honorarios de esta Academia) mete el “Cambalache” y revive las andanzas del compadrón “Garulfa”, para luego rogar plañidera a “Mi lindo Julián”, acompañada por el maestro de la guitarra Hebert Orlando.

Y el “Ché” Ventura demuestra que su voz no está solo hecha para el estentóreo grito televisivo de “¡gooooool!”: con un espectacular estilo rioplatense y una voz grave, bien entonada, de formidables matices, interpreta a petición popular “La Vieja Serenata”. Vaya forma lírica de festejar su cumpleaños y de asumir sus funciones como director de la Academia.

Y lo mejor de la velada tanguera llega: la sorpresa es mayúscula cuando se presenta en el escenario Lorenzo Negrete, nieto del inolvidable charro-cantor Jorge Negrete, quien en aquella época grabara, entre otros tangos, “Adiós Pampa Mía” y “Parece Mentira”.

Lorenzo Negrete deslumbra con su presencia, su juventud y su gran parecido físico con su abuelo. Pero definitivamente impacta más por sus sencillez y esa voz de altos registros de tenor con los que hipnotiza a todos, al interpretar “Arrancame la Vida”.

Este jovencito hace estallar la noche con esa voz potente cuyas altas tonalidades de matices operísticos casi revientan los focos del escenario. Presencia imponente. Delicia y prestancia: a una señal hace que el maestro Hebert Orlando deslice su magia sobre las cuerdas. Pero el nieto de Jorge Negrete también acaricia la guitarra y la entrelaza como cuerpo de mujer, para arrancar suaves compaces y acompañar esa voz heredada en el tiempo.

Derrocha talento y elegancia; tiene estatura, figura esbelta y hasta los mismos ojos y orejas del charro-cantor, quien, podría decirse, revivió en su nieto.

Cierra la velada que casi se transforma en bohemia milonguera, la sensacional Esther Soler, sus bailarines de tango, Rafael Hernández y Lupita y ella misma con “Arrabalera”, haciendio la delicia con el firulete y el percal: “Tengo un sello de nobleza/soy porteña de una pieza/tengo voz de bandoneón...”.

La Academia Mexicana del Tango hará presentaciones itinerantes por todas las delegaciones de la Ciudad de México, así como varios homenajes: el siguiente será para Esther Soler y para el primer actor Joaquín Cordero, de larga militancia en el tango.

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